El Pesimismo y el miedo

Quería viajar, ir a la playa, no sólo por ser verano, sino porque al ver la inmensidad del agua, de la arena, al ver algo nuevo me recuerda lo pequeña que soy, lo invisible que soy para muchos y lo grande de importancia que soy para otros. Lo subjetivo que es el mundo.

Lo diferente que es el mundo para cada quien. Lo importante de tener una perspectiva abierta como el mar. Flexible, fluida, blanda y amable pero fuerte a la vez, como las olas.

Saben, soy una persona que se considera bastante miedosa, como a muchos me da miedo estar fuera de lo conocido (hasta que se vuelve conocido). Hay un miedo bueno bien utilizado y uno para mal. Uno que nos ciega y otro que nos abre los ojos. Ese miedo bueno, es el que te da ese sentimiento eléctrico de adrenalina, sorpresa y éxtasis que a pesar de ver venir las olas nos hace seguir parados ahí para atravesarlas. Este te hace observar todo desde una perspectiva diferente y reflexionar para tomar tu camino correcto.

No niego que por un segundo me anticipe al miedo frente a las olas, pero para mi tranquilidad las olas terminan llegando a mi siendo más pequeñas. El miedo no debe hacernos huir, si no ser fuertes para seguir. Es de añadir que muchas cosas por las que nos preocupamos, nunca llegan.

Le veo relación a esto con el pesimismo junto a nuestros problemas, pues nos lleva a angustias, ansiedades, desesperanzas, a visualizar catástrofes en el futuro que son posibles que no lleguen nunca y a estructuras de pensamiento no flexible, de pesimismo contante y más adelante a otros problemas más grandes. Tampoco digo que llevemos el positivismo a extremo e ignoremos ciertas señales de peligro, pero si que no nos angustiemos de más y solo nos dejemos ir con el fluir natural creciendo y aprendiendo de todo.

La vida es hermosa y el pesimismo te ciega a verlo, cuidado con este.

Fotografías de Alexandra Porras 2017